Historia de la Antártida

La Argentina, la Antártida y el Sistema del Tratado Antártico. 2004 “Año de la Antártida Argentina”.

Nuestro país en la Antártida.

Desde el comienzo del S. XIX diversas expediciones y actividades foqueras que tuvieron a Buenos Aires como punto de partida, pueden considerarse los inicios del interés argentino por la Antártida.

La presencia permanente de nuestro país en la Antártida se concreta a principios del S XX, con el observatorio metereológico y magnético de la Isla Laurie, perteneciente al grupo de las Orcadas del Sur. Este acontecimiento da inicio desde el 22 de febrero de 1904, (fecha en que se conmemora el Día de la Antártida Argentina), a una larga e ininterrumpida labor en la región. Además esta base, hasta el día de hoy activa, es reconocida como el primer establecimiento con carácter permanente, único al Sur de los 60º de latitud Sur durante 40 años. Este dato es por sí mismo significativo, aunque sólo constituye un eslabón en la cadena de hechos y actividades que dan muestra del quehacer nacional desplegado desde entonces en la Antártida.

Acompañando diversas actividades, la realización de expediciones anuales y el desarrollo de tareas científicas, la Argentina en el año 1942 delimitó el Sector Antártico Argentino -también denominado Antártida Argentina- entre los 5 y 74 grados longitud Oeste, y los 60 grados latitud Sur hasta el Polo.

Como es sabido, otros Estados han limitado sus propios sectores antárticos; entre ellos Chile (53º -90º de longitud Oeste) y Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (20º – 80º de longitud Oeste). Estos últimos se superponen parcial y totalmente con el de la Argentina.

La participación activa de nuestro país en el Año Geofísico Internacional -emprendimiento científico internacional que entre 1957/58 atrajo la atracción sobre la ciencia en la Antártida- y la posterior firma en 1959 del Tratado Antártico, en vigencia desde el 23 de junio de1961, hacen que la Argentina exhiba una triple categoría de intereses y derechos.

Argentina es un país que ha determinado su soberanía sobre un sector de la Antártida, status que hizo conocer intencionalmente antes de la firma del Tratado Antártico; es un Estado Parte del Sistema del Tratado Antártico con carácter de Parte Consultiva y pertenece además al grupo de los doce signatarios originarios del Tratado.

Posee presencia efectiva y realiza actividades científicas con carácter permanente en las estaciones establecidas, como así también en las expediciones que envía regularmente a la región.

Los programas de investigación científica, incluida la protección del medio ambiente, no sólo revelan la decidida voluntad de incrementar y perfeccionar los conocimientos relativos a las ciencias de la naturaleza, sino también aquellos vinculados a los recursos naturales de la Antártida Argentina.

El Sistema del Tratado Antártico.

Nuestro país entiende que la plena vigencia del Sistema es una condición necesaria para el desarrollo del presente y el futuro de la Antártida. Este, a su vez, es una garantía para la continuidad del protagonismo que ha adquirido Argentina con su presencia permanente y su participación activa en el mismo.

El Tratado Antártico, comprende un conjunto de principios y objetivos a partir de los cuales comenzó a edificarse un sistema jurídico-político para administrar la cooperación internacional y la investigación científica de la región. Se basa en la práctica del consenso para la adopción de decisiones, caracterizándose por ser pragmático, descentralizado, funcional y dinámico.

En su etapa originaria, el Sistema del Tratado Antártico regulaba especialmente aspectos relativos a la libertad de investigación científica, no nuclearización y no militarización de la zona, ampliándose posteriormente esos objetivos hasta comprender la explotación racional de los recursos vivos marinos y, actualmente una minuciosa protección del ambiente.

En este contexto evolucionó un régimen que exitosamente ha permitido que, países con niveles de desarrollo y estructuras sociopolíticas distintas, conciliaran armoniosamente sus intereses buscando preservar al mismo tiempo el interés de la humanidad.

Fuente:Molinari, A. E. (Coord.; 2005). La Argentina en la Antártida. 100 años de presencia permanente e ininterrumpida. Buenos Aires: Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales.


La épica antártica. Sus pioneros.

Adrien de Gerlache de Gomery

El Teniente Adrien de Gerlache, oficial de la Marina de Bélgica, pensó, organizó, y dirigió la Expedición Antártica de Bélgica de 1897-99. Esta expedición fue la primera totalmente científica que visitó la Antártida. El programa era muy completo e incluía hidrografía, exploración de las tierras, meteorología, glaciología, estudio de flora y fauna, magnetismo y fotografía, entre otros.

La Expedición de Bélgica fue la más cosmopolita de la Era Heroica de la Exploración Antártica. A bordo de la nave expedicionaria “Bélgica” había integrantes de cinco nacionalidades: 9 belgas; 6 noruegos; 2 polacos; 1 norteamericano y 1 rumano.

Recorrió el Estrecho de Magallanes, registrando islas en su paso. En su recorrido por los canales de Tierra del Fuego, realizaron numerosas recaladas permitiéndole a los científicos la toma de muestras de flora y fauna. También estuvo en la zona de Haberton, siendo huésped de Bridges e inclusive llegó hasta el Faro de la Isla de los Estados.

En su paso por Ushuaia, durante el mes de Diciembre del año 1897, el Gobierno Argentino le ofreció a Gerlache que tomase tanto carbón como necesitase de la estación carbonífera de manera gratuita.

Desde el 23 de enero al 12 de febrero de 1898 la expedición exploró regiones desconocidas y registró, al lado de un largo estrecho de 170 km., muchas islas, cabos, bahías, canales, montañas y tierras. Zona que conocemos hoy con el nombre de: Estrecho de Gerlache.

Hernán Pujato

Hernán Pujato, el Gran Explorador, nacido en Diamante, Entre Ríos en 1904, el mismo en que Argentina comenzó, de manera ininterrumpida, efectiva y notoria, su permanencia en la Antártida.

Reconocido como “El Padre de la Patria Antártica” forjó la historia argentina en la Antártida continental. En el año 1949, estando destinado como agregado militar a la embajada argentina en Bolivia, el Gral. Hernán Pujato expuso su plan antártico al entonces presidente Juan Domingo Perón. Dicho plan consistía en: presencia efectiva del Ejército en el lugar para promover la conciencia antártica; creación de un organismo dedicado específicamente a las investigaciones científicas; fundación de un poblado con familias; adquisición de un rompehielos y, por último, alcanzar el Polo Sur.

En la década del ’50 el Presidente de la Nación, dio apoyo decisivo al proyecto estratégico del coronel Hernán Pujato penetrando el continente blanco, relevando su topografía hasta el Polo, estableciendo bases, refugios y una población permanente de familias (sin relevos anuales) unos años después en la actual Base Esperanza.

Se instalaron las bases San Martín, Esperanza y Belgrano, se adquirió el primer rompehielos de la Armada Argentina, ARA “General San Martín”; se creó el Instituto Antártico Argentino y en 1965 el ejército argentino llegó al Polo Sur.

Fue reconocido en vida como “Ciudadano Ilustre de Diamante”, fue nombrado Comandante Honorario del Comando Antártico del Ejército y homenajeado por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación el 14 de agosto de 1991.

El día 7 de Septiembre de 2003, fallece en el Hospital Militar Campo de Mayo, a los 99 años de edad. Sus cenizas fueron llevadas por su expresa voluntad a la Base San Martín en el 2004, cuando se cumplían los 100 años de permanencia argentina en la Antártida. Desde allí imanta el espíritu de todos los antárticos.

José María Sobral

Explorador, militar y geólogo argentino, ingresó en la Armada Argentina y realizó el primer viaje de la fragata Sarmiento. Fue el primer argentino que invernó en el continente antártico.

A fines de 1901 se organizó en Suecia, con donaciones privadas, una expedición integrada por científicos navegantes, con la misión de explorar el desconocido continente antártico, invernando en él para realizar estudios y mediciones. Estaba dirigida por el geólogo sueco Otto Nordenskjöld y la nave que la realizó fue el velero Antartic que comandaba Carl Anton Larsen.

A instancias del teniente Ballvé, Nordenskjöld invitó al gobierno argentino a integrar la expedición enviando a un representante: la elección recayó en el alférez José María Sobral de 21 años, quien se transformó así en el primer argentino que llegó a la Antártida en carácter oficial como representante del Estado nacional invernando en la Antártida, haciéndolo por dos años consecutivos, periodo en el que cumplió sus tareas técnicas científicas a través de observaciones en meteorología, geodesia y geomagnetismo.

En 1904 solicitó su baja de la Armada con el grado de Alférez de Navío y en 1905, viajó a Suecia para estudiar geología, obteniendo allí el doctorado en la Universidad de Upsala.

Regresó a la Argentina en 1914 y fue designado director de Hidrología, cargo que desempeñó hasta 1930. El presidente Agustín P. Justo lo nombró Cónsul General en Noruega. En 1930 fue declarado por la Sociedad Hispánica de Nueva York el geógrafo más grande del Hemisferio Sur.

Hasta el año de su muerte, 1961, no olvidó la Antártida sobre la cual siguió investigando y en sus conferencias al respecto siempre sostuvo la necesidad de su ocupación pacífica, tanto del continente antártico como de los archipiélagos subantárticos.

Julián Irízar Echeverría

Vicealmirante de la Armada Argentina, figura clave en su modernización, comandante de la I División de la Armada y presidente del Centro Naval. Su acción más recordada fue el rescate de la expedición del científico sueco Otto Nordenskjöld, cuyo buque había naufragado en la Antártida en 1903.

Julián Irízar ingresó a la Escuela Naval el 11 de marzo de 1884. Formó parte de la tripulación de la torpedera Rosales hacia 1892 y fue de los escasos sobrevivientes al producirse su naufragio.

En 1898 formó parte de la comisión destinada a vigilar la construcción de la fragata ARA Presidente Sarmiento en Inglaterra. Cuando en 1899 la nave emprendió su primer viaje de circunnavegación, fue oficial de derrota de la misma. Especialista en explosivos, sería luego agregado naval en las legaciones diplomáticas en Gran Bretaña y Alemania, y encargado de compras para la escuadra en materia de munición y material de artillería.

El rescate de la expedición Nordenskjöld

Ante la inquietud por la desaparición de la Expedición Antártica Sueca, el gobierno argentino decidió enviar en misión de rescate a la corbeta Uruguay, comandada por Irízar. Construida en Inglaterra en 1874, la corbeta fue reacondicionada íntegramente para poder desempeñar la tarea. Se mejoró su resistencia al hielo y se aumentó su capacidad para almacenar agua, víveres y carbón. La tripulación quedó constituida por 8 oficiales, incluyendo al comandante Irízar, y 19 subalternos. Todos fueron cuidadosamente seleccionados ya que la travesía requería no solo experiencia naval, sino también resistencia a climas muy fríos y el temple necesario para aventurarse en regiones inhóspitas.

La nave zarpó desde Buenos Aires rumbo al sur el 8 de octubre de 1903. 12 días después alcanzó la ciudad de Ushuaia. Allí se demoró hasta el 1 de noviembre, en espera de otras dos expediciones organizadas para el rescate, enviadas por Suecia y Francia. Al no recibir ninguna información y de acuerdo con sus instrucciones, la Uruguay zarpó de Ushuaia y pocos días más tarde navegaba a corta distancia de la isla Paulet, sin saber que allí estaban los náufragos del Antartic. La travesía a Snow Hill fue rápida y sin contratiempos. El 8 de noviembre se produjo el encuentro con la expedición científica, sorprendente para estos, que esperaban al Antartic. Al día siguiente, arribaron al campamento el capitán Larsen y seis tripulantes del Antartic.

Poco después, la Uruguay ponía proa hacia la isla Paulet, recogía a los náufragos y emprendía el regreso.

En el viaje de vuelta a partir del 12 de noviembre, la Uruguay sufrió todas las agresiones del mar que le habían sido evitadas en el viaje de ida. El viento soplaba constantemente, el 13 y el 14 hicieron frente a un vendaval que destrozó buena parte de las instalaciones de cubierta y provocó rolidos de hasta 40 grados, poniendo al buque en serio peligro. Un fuerte ruido precedió a la caída del palo mayor y el trinquete, que debieron ser hachados y arrojados al mar.

El 22 de noviembre arribaron a Santa Cruz, desde donde telegrafiaron la buena nueva.

La corbeta Uruguay fue retirada del servicio activo en 1926. Ese mismo año, Irizar fue ascendido a vicealmirante. Desde el 16 de abril de 1931 y por dos años presidió el Centro Naval. Se retiró el 8 de enero de 1932, y falleció cuatro años más tarde.

Mario Luis Olezza

El Vicecomodoro Olezza es el referente antártico de mayor prestigio en la Fuerza Aérea Argentina, un caballero del aire, defensor del espacio aéreo antártico argentino, precursor y artífice del vuelo transpolar.

El 3 de noviembre de 1965, y luego de un intento fallido en 1962, la Fuerza Aérea Argentina alcanzaría el Polo Sur. Su expedición transpolar, planificada y encabezada por Olezza, aterrizó en el Polo Sur con dos monomotores DHC-2 Beaver y un bimotor C-47. Este avión a hélice, contaba también con cohetes auxiliares de despegue y una turbina injertada, lo que lo transformaba en el único avión en el mundo con los tres tipos de propulsión. Luego de continuar éste avión hasta la base McMurdo, se reunió nuevamente con los Beaver en el Polo Sur y emprendieron el camino de regreso.

Hoy uno de los Beaver y el C-47 se encuentran exhibidos en el Museo Nacional de Aeronáutica de Morón.

Gustavo Giró Tapper

Teniente primero quien, además de desempeñarse como jefe de varias bases en la Antártida, se destacó por ser un excelente explorador con amplios conocimientos técnicos en diferentes temas polares y también por poseer una gran cultura general.

Con solo 31 años de edad, logró realizar con éxito uno de sus mayores logros como explorador. Organizó, lideró y llevó a cabo la travesía más importante que se haya realizado en la Antártida, con excepción de las realizadas al Polo Sur: unir de manera terrestre la Base Esperanza, ubicada en el extremo norte de la Península Antártica, con la Base San Martín, que se encuentra por debajo del Círculo Polar Antártico, durante el riguroso invierno de 1962.

La Expedición fue realizada por un grupo de ocho hombres de la Base Esperanza, que recorrió durante el invierno de 1962, a lo largo el extremo nororiental de península Antártica y la Barrera de Hielos Larsen, para luego atravesar la península, transportados por trineos de perros y vehículos de nieve, uniendo así en un viaje de ida y vuelta dichas bases.

Esta gran travesía se realizó entre el 14 de junio y el 25 de octubre, cubriéndose en total una distancia de 2.000 kilómetros.

El objetivo de la expedición era la adquisición de experiencia en el riguroso invierno antártico -durante los meses más fríos y con menos periodos de luz-, realizar tareas científicas durante el trayecto, preparar parte del personal capacitado y preseleccionado para integrar la expedición terrestre al polo sur, llamada Operación 90 (en planificación) y además, experimentar diferentes efectos y con medios en condiciones climáticas extremas, como así en terrenos de difícil tránsito.

Alcanzar el Polo Sur Geográfico en forma también terrestre, fue la segunda gran expedición en la que participó el Sr. Gustavo Giro, en este caso como Segundo Jefe de Expedición y Jefe de Tareas Científicas relacionadas con meteorología, glaciología y gravimetría. También participó, junto a otros compañeros del grupo, en el registro foto-cinematográfico de las actividades de la Expedición.

La Primera Expedición Terrestre Argentina al Polo Sur, denominada Operación 90, que tuvo como Jefe al Coronel Jorge Leal, inició su marcha desde la Base Belgrano hacia el Polo Sur el día 26 de octubre de 1965. La Expedición Argentina formada por ocho hombres utilizo esta vez sólo medios mecánicos para realizar la travesía. Fueron empleados seis grandes tractores de nieve llamados Snow-Cat que arrastraban cada uno un trineo cargado con los materiales necesarios para la expedición entre ellos, el tan necesario y fundamental combustible de los tractores. Durante el largo trayecto enfrentaron toda clase de dificultades y vicisitudes, peligrosas grietas y grandes obstáculos como los sastruguis (profundos surcos que el viento cava en la dura superficie de hielo que se extendían en la inmensa y desértica pampa del hielo), que asociada a una climatología sumamente rigurosa hacían que el recorrido sea muchas veces extremadamente lento, incrementando más de lo previsto el consumo de combustible de los tractores; poniendo así en peligro no solo el éxito de la travesía, sino también la supervivencia de los exploradores.

Superados los numerosos inconvenientes surgidos durante el recorrido y avanzando kilómetro tras kilómetro, los exploradores llegan a su objetivo; el Polo Sur a las 10:15 horas del día 10 de diciembre del año 1965, a bordo de tres vehículos snow cat bautizados, Salta, Córdoba y Venado Tuerto.

El grupo de exploradores llega de regreso a la Base Belgrano el día 31 de diciembre de 1965 después de recorrer 2.900 km en 66 días.

Desde la Base Belgrano los “9 polares” son trasportados por el Rompehielos General San Martín, arribando a Ushuaia el día 5 de febrero de 1966, desde donde fueron trasladados a Buenos Aires el día 8 de febrero en un avión de la Fuerza Aérea, siendo recibidos victoriosos cerca de las 18 hs. en el Aeroparque por el público que esperaba ver con suma alegría y orgullo a sus “héroes polares”. Desde allí son trasladados en jeeps del Ejército, y acompañados por motocicletas de la Policía Federal como escoltas, hacia la Casa de Gobierno, donde son recibidos por el Presidente de la Nación, Arturo Illia y autoridades nacionales.

La Primera Expedición Terrestre Argentina al Polo Sur del año 1965, tuvo el honor de ser la octava expedición en el mundo en lograr alcanzar los 90º sur, siendo también los primeros en lograrlo, desde el Mar de Weddell.

Es de destacar que Don Gustavo Giro durante sus actividades como explorador antártico logró recorrer por modo terrestre más de 18.000 kilómetros en el continente austral, realizados estos en trineo de perros y en tractores de nieve snow cat.

Hugo Acuña

El 22 de febrero de 1904, la República Argentina toma posesión del Observatorio Meteorológico en las Islas Orcadas del Sur y se establece así la presencia permanente de la Argentina en la Antártida. Desde entonces la actividad científica de nuestro país en el continente blanco ha sido continua. Por este motivo en dicha fecha se celebra el Día de la Antártida Argentina. Entre los miembros de aquella primera dotación se encontraba el joven voluntario Hugo Acuña, estafeta postal cuyo diario es una de las primeras obras de la literatura antártica argentina. El observatorio original, que consistía de una casa de piedra conocida como la casa Omond, había sido instalado por la Expedición Antártica Escocesa en 1903, liderada por William Speirs Bruce, quien donó el observatorio al Estado Argentino a fines de 1903 y efectivizó la entrega aquel 22 de febrero. Por Decreto del Poder Ejecutivo del 2 de enero de 1904 el observatorio pasó a manos argentinas y se dispuso el establecimiento de uno nuevo con personal del Ministerio de Agricultura. Al año siguiente la Argentina construyó allí un moderno observatorio, que sería su primera instalación antártica y que hoy constituye el museo de la base, conocido como Casa Moneta.


Ushuaia, puerta de entrada del turismo marítimo antártico

Conociendo algunos aspectos del turismo en nuestra ciudad

Los comienzos…

Ushuaia, ubicada en la margen norte del Canal Beagle, siempre estuvo vinculada con el mar. Desde 1922 comienzan a llegar los visitantes, embarcados en cruceros de diferentes empresas y nacionalidades, con la finalidad de conocer los Canales Fueguinos, sumando una motivación bien diferenciada a partir de 1958: iniciar en Ushuaia su viaje a la Antártida.

Ushuaia es la puerta de entrada más cercana a la Península Antártica, tan solo a 1.000 km de distancia

El turismo antártico es una actividad comercial que involucra el desplazamiento de personas al área del Tratado Antártico, al sur de los 60º S, con fines de ocio, prestando un especial interés a motivaciones relacionadas con la vida silvestre, paisajes prístinos, interés histórico y científico. Este tipo de turismo requiere del apoyo de ciudades puerta de entrada que posibilitan la llegada de los turistas y el abastecimiento de los buques. Ushuaia es la puerta de entrada marítima más activa al continente antártico desde principios de los años noventa.

Nuestro país tuvo un rol muy importante en la organización de los primeros viajes a la Antártida.

El turismo marítimo hacia la Antártida se inició en 1958 a partir de la iniciativa del gobierno argentino, quien organizó dos viajes con el buque ARA Les Eclaireurs. El primer viaje partió desde Ushuaia el 16 de enero de 1958 con 98 pasajeros, visitando cinco estaciones científicas argentinas. Los visitantes colocaron una placa conmemoratoria en el Destacamento Decepción por ser el primer lugar de la Antártida donde desembarcaron. Al año siguiente se organizó un viaje con el buque MN Yapeyú llevando 263 pasajeros. Estos viajes pioneros (junto con un viaje del buque chileno Navarino que operó desde Punta Arenas) precedieron la firma del Tratado Antártico (1959) y demostraron tanto la viabilidad técnica de su realización como el interés de los turistas en viajar a esas apartadas regiones y la posibilidad de contar con logística de apoyo.

La década de los años sesenta se caracterizó por la continuidad de los viajes organizados por los organismos públicos de Argentina y el inicio del turismo antártico desde la actividad privada a través de la empresa dirigida por Lars Eric Lindblad, quien contrató buques a la Argentina y luego a distintos países, realizando itinerarios que partieron desde lugares tan diversos como Buenos Aires y Ushuaia en Argentina, Punta Arenas en Chile y Lyttelton en Nueva Zelandia.

Con motivo de la participación de la actividad privada en la organización de actividades turísticas en la Antártida, se aprobó en la Reunión Consultiva del Tratado Antártico de 1966 la primera Recomendación relativa al turismo.

El ‘boom turístico’ de los ‘70

En 1970 comienzan los viajes del buque Lindblad Explorer, diseñado especialmente para operar en aguas polares. Se desarrolló el concepto de cruceros de expedición, que refiere a la organización de viajes a destinos remotos que carecen de infraestructura de apoyo, donde el buque posibilita tanto el acceso como la permanencia de los pasajeros en el área de destino, cubriendo todas sus necesidades.

Embarcaciones de más de 500 pasajeros navegaron hacia la Antártida, de la Línea C y también de la empresa Ybarra con dos buques Cabo San Vicente y Cabo San Roque, que solían visitar las Islas Malvinas, los Canales Fueguinos y Ushuaia.

Argentina también utilizó buques de mayor porte para sus viajes, incluso charteó un barco de una empresa griega llamado Regina Prima, con el que organizó 13 viajes en dos temporadas.

El ‘boom turístico’ de la década del setenta se ha caracterizado por una actividad continua durante todas las temporadas, el uso de buques de mayor porte y el incremento tanto de los viajes como de visitantes; se realizaron 63 viajes transportando 16.824 pasajeros.

El estancamiento en los ‘80

En la década de los años ochenta el turismo marítimo antártico disminuyó notablemente. Por primera vez, una empresa privada de nuestro país tomó la iniciativa y organizó algunos viajes con el buque ARA Buen Suceso. Se trata de la empresa Antartur, con asiento en Ushuaia, fundada por el Sr. Gustavo Giró Tapper, experto antártico a partir de su actuación como Jefe de Base y Segundo Jefe de la Primera Expedición Terrestre Argentina al Polo Sur. Debido al Conflicto del Atlántico Sur no se registraron recaladas en el puerto de Ushuaia en las siguientes temporadas.

Años más tarde, Antartur charteó parcialmente la capacidad del buque polar ARA Bahía Paraíso para realizar un viaje muy particular que partió desde Ushuaia el 7 de febrero de 1986; participaron como invitados especiales familiares del jefe de la Expedición Sueca de 1901 (Nordensnkjöld) del capitán del buque Antarctic (Larsen) y del integrante argentino de la expedición (Alferez Sobral), quienes realizaron un homenaje en la isla Cerro Nevado. Durante las siguientes temporadas tuvieron lugar varios viajes hasta que el ARA Bahía Paraíso encalló y se hundió en el estrecho de Bismarck en enero de 1989. Los buques extranjeros Lindblad Explorer y Society Explorer realizaron varios viajes; de esta manera se completan 33 viajes que transportaron 3.017 turistas durante toda la década. Para conocer el detalle de estas primeras décadas del turismo antártico, ver Figura 1.

La consolidación del turismo antártico en los ‘90

En la década de los años noventa se produjo un crecimiento excepcional tanto en la cantidad de buques como de viajes y pasajeros, básicamente a partir de la iniciativa privada extranjera. Este crecimiento fue motivado por factores exógenos al territorio (mayor disponibilidad de buques y recursos humanos especializados en la navegación polar) y endógenos (ampliación del muelle comercial, nuevo aeropuerto internacional, creación de la Oficina Antártica, etc.) que facilitaron la operatoria de las operadoras turísticas antárticas. Al mismo tiempo se incrementó la capacidad local para la prestación de servicios turísticos y se especializaron los servicios marítimos. En 1991 se creó la Asociación Internacional de Tour Operadores Antárticos (IAATO), entre cuyos objetivos se destaca promover el turismo responsable en la Antártida. En síntesis, se realizaron 585 viajes transportando 55.013 visitantes.

Durante la temporada 1999-2000 se desarrollaron numerosos programas especiales motivados por la celebración del ‘fin del milenio’ en un destino único asociado a la idea de ‘fin del mundo’.

Principios del siglo XXI en el desarrollo del turismo marítimo antártico

Ya en el  siglo XXI se reanudó la participación argentina en el turismo marítimo antártico. La empresa Antarpply Expeditions, domiciliada en nuestra ciudad, comenzó a operar con el buque Ushuaia en la temporada 2002/2003, realizando hasta 15 viajes por temporada. También desde el 2005 al 2012 operó el buque Antarctic Dream de una empresa chilena, realizando un total de 88 viajes.

Buques cada vez más grandes incluyen Antártida en sus itinerarios; en 2007 tuvo lugar el primer viaje de un buque de más de 3.000 pasajeros, el Golden Princess.

La temporada 2007/2008 registró el mayor movimiento a través del puerto de Ushuaia, con 44.605 pasajeros en tanto la temporada siguiente fue la más extensa de todas con una duración de 179 días.

En la Reunión Consultiva del Tratado Antártico de 2009 se adoptó la Medida 15 estableciendo que las embarcaciones con más de 500 pasajeros no pueden realizar desembarcos en el Área del Tratado, en tanto las embarcaciones menores pueden desembarcar hasta 100 pasajeros por vez, con un guía cada 20 pasajeros.

Durante la primera década del siglo XXI se realizaron 1.741 viajes transportando 244.582 turistas.

A partir de la enmienda al Anexo I del Convenio MARPOL (OMI) que prohíbe el uso y/o transporte del combustible pesado al sur de los 60º S, vigente desde 2011, disminuyó notablemente la participación de los buques de gran porte, decreciendo la cantidad de pasajeros, que se va recuperando en las últimas temporadas con el incremento de los buques de entre 200 y 400 pasajeros, algunos de ellos nuevos. Por otra parte, se diversifican los itinerarios y se instala una modalidad aéreo-crucero desde Punta Arenas donde algunos de los viajes embarcan o desembarcan pasajeros en Ushuaia. Respecto del origen de los pasajeros, en la actualidad, Estados Unidos ocupa el primer lugar y China el segundo, seguidos por Australia, Reino Unido y Alemania. Durante la segunda década del siglo XXI (temporadas 2009/2010 a 2018/2019) se realizaron 2.174 viajes con 374.869 visitantes. Las últimas décadas del turismo antártico están sintetizadas en la Figura 2.

En la actualidad, el 90% del total de visitantes antárticos utiliza Ushuaia como puerta de entrada en ambos sentidos del viaje o al menos en el embarque o desembarque.

… ¿Y el futuro?

 Nuevas expectativas se presentan para el futuro del turismo antártico donde se prevé un crecimiento significativo en el número visitantes a partir de la incorporación de nuevos buques que responden a una importante modernización de las flotas.

Fuente: Jensen, M. y Vereda, M. (2020). Material de divulgación sobre Ushuaia como puerta de entrada del turismo antártico. PIDUNTDF A 2/2018, UNTDF, Ushuaia.

Logística

La ciudad cuenta con una extensa red de servicios de apoyo para el desarrollo de la actividad.

A los buques: agua potable; retiro de residuos; provisión de todos los insumos necesarios de todos los rubros.

A los pasajeros: servicios de hotelería, gastronomía, agencias de viajes, alquiler de indumentaria, información turística, resguardo de equipaje, bancos, casas de cambio, cajeros automáticos  y una vasta red de comercios donde el turista puede adquirir los productos que desee.

Ushuaia, con buques de turismo antártico. Foto: Marisol Vereda

Momento de contemplación de visitantes a bordo de un buque. Foto: Marisol Vereda

Autores

Marie Jensen, IDEI, UNTDF

Marisol Vereda, IDEI, UNTDF

Material de divulgación sobre Ushuaia como puerta de entrada del turismo antártico. 2020. PIDUNTDF A 2/2018, UNTDF, Ushuaia.